Las pantallas, el pensamiento crítico y la forma de lo hiper


Mirzoeff, haciendo un análisis de la posmodernidad desde el prisma de la ontología visual contemporánea declara que la cultura posmoderna (Mirzoeff, 2003) no está sabiendo enfrentarse a este nuevo reto que supone la cotidianidad de la pantalla y declara que estamos fracasando en la elaboración de una estrategia efectiva de visualización. Para este analista de la posmodernidad la importancia de la cultura visual es tan primordial que declara que será esta misma (la cultura visual) el principal elemento detonante del fenómeno llamado posmodernidad, es decir, la hegemonía del mundo visual a través de la pantalla es la que ha impuesto el paradigma de la hipermodernidad, un paradigma donde la distancia entre la riqueza de la experiencia visual en la cultura actual y la habilidad para analizar lo que se observa, es cada vez más grande. 

 

Existe un déficit tanto en el análisis del lenguaje del visual como en la interpretación del mismo, que imposibilita el correcto desarrollo del pensamiento crítico visual. La falta de reflexión y de examen en torno a lo que la pantalla emite está provocando una distorsión entre los modelos de vida reales y virtuales. Lo que podría convertirse en uno de los mejores aliados del progreso humano, la pantalla y su capacidad de transmitir información de manera instantánea, de poner en contacto en tiempo real a las personas, de proporcionar los elementos necesarios para cohesionar la sociedad, al estar desprovista de una educación centrada en el pensamiento crítico visual, puede provocar el efecto contrario al deseado. 

 

No queremos sin embargo demonizar la pantalla ni el lenguaje que la imagen-pantalla está imponiendo al mundo. La pantalla, sea cual sea, es un instrumento tecnológico de carácter neutro, símbolo del progreso técnico humano. Por lo tanto, el cuestionamiento que realizamos está centrado en el uso que hacemos del mismo y no en el instrumento en sí. 

Revista Ámbitos, José Carlos Ruiz Sanchez