Nos hemos convertido en administradores de medios con mayores o menores recursos de capital personal, intelectual, corporal. En internet somos todos ensayos de artistas, podemos dejar una huella errática imantada por nuestras impresiones de estilo. Blogs de Google, de Instagram, de Tumbler, lugares como facebook o youtube, films, libros, revistas accesibles online, nuestra trayectoria en internet está escandida por materiales que vamos colgando, auráticos o no, materiales subidos a lo largo del tiempo, entregas discontinuas de un sujeto sin identidad fija, que va cambiando con las circunstancias y las materias que lo atraviesan, o que él procesa. ¿Somos procesados o nos procesan? Nuestras presentaciones son la única resistencia que podemos oponer a los flujos que nos recorren.
En internet se puede intervenir. Aunque nadie de hecho mire lo que subimos. El emisor se desdobla, se dispersa en diversas presentaciones, ante un destinatario conjetural e indeterminado. Las presentaciones quedan colgadas como trapos a secar, arrastradas por un alud de otras presentaciones. Lo aurático es una interrupción fugaz. Comprobamos cómo esas experiencias y esas marcas se alejan en el tiempo. Si miramos atrás, solo vemos ruinas que se van olvidando. Las ruinas, todo lo contrario de una identidad, son marcas indelebles entre corrientes que arrecian y las desplazan. El resplandor intermitente nos alumbra acerca de los momentos álgidos de nuestra condición pasajera. La lucidez fugaz entrega la felicidad de un tiempo olvidado y reencontrado, la síncopa del tiempo, una distancia que se anula y después dolorosamente se incrementa. Volvemos a la semi indiferencia, insertados en el hábito de olvidar, entretenidos por la sociedad del espectáculo.
El modelo de la comunicación poética de Jakobson (1974) es el modo operativo generalizado de la comunicación digital. Lo que era excepción, la puesta en ficción, la literariedad, se vuelve práctica común en internet. Desperdigados, ficcionalizados en la secuencia de nuestras entradas, de los posteos que vamos publicando, internet puede implicar liberación, resistencia, autonomía. En este flujo, pocas presentaciones tienen una singularidad que las vuelva capaces de suscitar una impresión aurática. Pero es incuestionable que nuestra hipermodernidad, formateada por internet, facilita la expresividad sin precedentes, y ganar la batalla contra SOPA o cualquier otra tentativa de restringir el acceso a la información por quienes la monopolizan y venden es una aventura de la libertad.