No cabe duda de que la crisis ya se ha instalado en el escenario de los años 20. La emergencia cultural empieza a invadirlo todo y podemos ver con bastante transparencia que la economía empieza a abandonar el campo. Los instrumentos son la definanciación, la precarización y el ajuste en plazas laborales.
No podemos decir que sea uniforme en todo el territorio nacional, mucho menos el mundial. Si podemos hablar abiertamente respecto de nuestra ciudad, Córdoba, donde el proyecto parece ser no tener cultura, pero si "cordobesismo" y endeudamiento de los artistas. Ser hincha de Córdoba parece ser la salida, porque hay slogan, optimismo y créditos. Mientras tanto, el mundo del arte busca agarrarse de fomentos nacionales y se reinventa como puede.
Echaremos un vistazo, nuevamente en algunas ideas de la crisis del 2001, nuestro referente más demoníaco de la historia reciente. El espíritu está más del lado de pensar soluciones que de tirar tierra arriba del panorama.
Algunas publicaciones atrás decíamos que las opiniones sobre la crisis estaban repartidas, con un presupuesto común. Citábamos miradas más económicas como la de Pons (2009), donde se reconoce un juego doble entre frases como "lo altamente positivo panorama que ofrece la producción cultural argentina" o "no olvidar que se produce en medio de una crisis provocada por el estruendoso fracaso del modelo neoliberal que devastó al país", y otras como "Este panorama paradójico despierta una serie de interrogantes que invitan a reconsiderarlo más allá de su entusiasmo y celebración inicial". A partir de allí "Uno de los principales interrogantes que surge es obvio: ¿por qué se da tal respuesta a la crisis?". Agrega: "Más aún, nos podemos preguntar si realmente se trata de un boom y no de una especie de “inflación cultural” como sugiere Sarlo. O ¿hasta qué punto parte de esas estadísticas que se traducen como el boom cultural argentino son producto de políticas culturales neoliberales impulsadas por empresas multinacionales?".
Luego de un artículo lleno de números y conjeturas en el campo de la literatura y el cine, la autora nos ofrece algunas conclusiones. Su mirada es "de mercado": "Estos datos dejan entrever que las políticas culturales neoliberales ciertamente jugaron un papel preponderante tanto en el consumo como en la producción de bienes culturales. Si por un lado se incrementa el consumo de bienes culturales impulsados por empresas multinacionales, por otro lado son estas mismas políticas las que desfavorecen la producción local. Además, como la misma crisis lo demuestra, el fracaso del modelo neoliberal provocó que una enorme mayoría de la población quedara al margen de esa vida cultural en ebullición que reportaron los periódicos, más allá de poder leerla en las noticias".
Pons propone un interrogante más ¿por qué la cultura se hace presente con tanta fuerza en medio de la crisis? Propone tres respuestas: "La primera, y más obvia, es que la alta participación y consumo de bienes culturales fueron fomentados, por lo menos al principio de la crisis, por la gran cantidad de eventos gratuitos o subsidiados que se ofrecieron en su momento. La segunda respuesta tiene que ver con el espíritu crítico de la creación artística. Dentro del marco de la globalización y la transnacionalización de la cultura, se pude considerar que en muchos casos la producción cultural argentina de estos últimos años constituye un fenómeno de resistencia cultural, e incluso de activismo estético. Por último, la intensa actividad cultural en medio de la crisis cumplió un papel importante en plano simbólico. En el 2002, el entonces secretario de cultura de Buenos Aires, Jorge Telerman, dice: “contrariamente a lo esperado la gente se abre cada vez más a la cultura porque no quiere obedecer al estereotipo de un país derrotado” (la traducción es mía, citado en Golberg 2002).
Por su parte, el británico Daniel Ozarow coincide en el hecho de que "La crisis no solo representó un llanto colectivo del rechazo al modelo neoliberal, de la corrupción y de la falta de participación política sino también de tomar control de su propio destino a través de la creación y participación que en este caso fueron asambleas barriales, clubes de trueques, empresas recuperadas por sus trabajadores, bibliotecas comunitarios, etc., donde los ciudadanos decían "no, acá no se permite al capitalismo y sus impactos dañinos. Acá hay otra forma de producirse, tomar decisiones, de intercambiar bienes y servicios."
En la mirada de Gardinelli, "El impacto de la crisis había sido feroz en todos los sentidos. Pero fue la Cultura, antes que la Política y la Economía, la que supo dar una respuesta". Coinciden en cuanto a lo primero otras lecturas posibles, como las de Eduardo Jorge. Un análisis mucho más exhaustivo puede leerse en Kriger o en la famosa película "Memorias del saqueo", de Pino Solanas.
Para los sectores culturales, leyendo la crisis desde Groys, tenemos un nuevo desafío para pensar, ya que "el acto de producir arte se ubica en una tradición que no está totalmente definida por el mercado del arte y, por lo tanto, no puede ser explicado exclusivamente en términos de crítica del mercado y de las instituciones del arte capitalista." El desafío será también para la sociología, ya que "el arte no puede explicarse completamente como una manifestación del campo cultural y social "real", porque los campos de los que emerge y en los que circula son también artificiales. Están formados por personas públicas diseñadas artísticamente y que, por lo tanto, son ellas mismas creaciones artísticas".
Las preguntas con la que cerramos este artículo tiene que ver con poner en conciencia el modus operandi de los artistas ante la crisis. No parará el arte y no lo hará la cultura, eso lo sabemos y hay muestra suficiente. Pero sí se debilitará, si no se trabaja desde la conciencia cultural.
Las primeras son para los artistas y los que profesan la cultura, en general: ¿Pueden el arte y la cultura, una vez más, permitir que la política y la economía la abandonen, la definancien y la liberen a su suerte?. ¿Ocurrirá una vez más esto en nuestra historia regional?. ¿Sólo hablaremos de series y discos que nos sugirieron los buscadores de Netflix y Spotify, una vez acabada la pandemia? .
La última es para políticos del estilo "gobierno de Córdoba": ¿Qué significa para ustedes la cultura?. Para cinismo ya tenemos la propaganda en las redes. Las tensiones quedan a la vista.