Boris Groys es un filósofo del arte alemán que logró dar con algunas de las postulaciones más emblemáticas de la época. Según el autor, la sociedad de la imagen ha empujado a todos los seres humanos a la condición de artistas, en tanto diseñadores de imagen. De este modo, hoy existiría un desbalance total entre los productores de arte (que sería la entera humanidad de redes) y los consumidores de arte, en el sentido de que son muchos más los que producen que los que consumen. Calando más profundo, hoy habría factores sociales que representan mucho mejor la "figura del artista" según "las reglas del arte", que los propios artistas profesionales. Los youtubers sería un ejemplo. Las consecuencias son totales, ya que esto nos marca una nueva manera de pensar el fenómeno "arte", para la segunda década del siglo XXI.
Dado que ha reducido a los artistas a escombros, hemos decidido monstruificarlo (de "monstruo", etimológicamente, lo "digno de ser mostrado").
Más allá de este atentado de imagen al maestro que postuló a este nivel nuestro mundo de imágenes, nos concentraremos en continuar las ideas de las previas publicaciones. En la conferencia que incluimos abajo, hacia el minuto 5:25, el filosofo analiza el mapa en el que se sitúa el arte, respecto a las ideas globalizantes. Traducimos: "...De cualquier modo, en vez de producir los infinitos flujos de información deseada, que suponían debilitar y finalmente matar el sujeto moderno de autoreflexión, la internet nos entrega a un casi ilimitado poder de organización algoritmica, incontrolable para los artistas. En este sentido, la globalización contemporánea es directamente opuesta al ideal moderno de la internacionalidad del universalismo... El mundo de la globalización no es el mundo de la solidaridad mundial, o la cultura del compartir. La globalización tampoco es sinónimo de mentes colectivas anónimas. En realidad, es un modelo de competencia virtual de todos contra todos. Entonces la globalización es opuesta al Universalismo. Es un reino de total competencia. Un campo expandido de competencia. Esta competición empuja al sujeto dentro de la necesidad de movilizarse uno mismo como un capital humano, cómo lo usamos en el neoliberalismo, pero también según como lo interpreta Foucault. Foucault describe el capital humano como aquel que prioriza la cultura de la herencia... que deviene en la idea del crecimiento individual. Por eso la lógica contemporánea de la globalización... la internacionalización y la universalización del tiempo moderno, deja la cultura tradicionalista e insiste en la propia identidad cultural propia. La combinación entre globalización y la cultura del extremo conservadurismo define la atmósfera cultural de nuestro tiempo... "