¿Cómo puede entenderse un arte extremo?, ¿desde dónde?, ¿es "arte" aquello que se autodefine haciendo todo aquello que no define a la palabra "arte", desde su tradición?. ¿Cómo pensamos esta "partitura" de instrucciones de Fluxus?
Un piano en el escenario. El intérpreteentra con un casco de obra. Se posicionaen el escenario tan lejos del piano comole sea posible. Baja su cabeza y se dirige
en contra del piano a toda velocidad,
estrellandose contra el piano con el casco.
Es esta clase abierta, Darío Stajnszrajber habla de algunos modelos de arte posmoderno (1:12´:35´´). Entre ellos, Gaspar Noe, en el cine, expone una violación sexual, que ocupa un pedazo muy grande de su película "Irreversible". Cuando decimos un fragmento grande, nos referimos a una decisión estética que rompe los límites de la barrera disciplinar del cine, y del arte. "Uno dice, ¡pero esto no es cine!, porque no me está construyendo un otro mundo, ¡me está mostrando! (algo explícito). Lo único que le faltaba al arte es negarse a sí mismo", ya que esto es romper las convenciones que definen la experiencia estética de eso que denominamos como "arte", "ese mundo paralelo, ese cielo creado en esa narrativa que el cine propone, partiendo de lo que hay, pero postulando un mundo distinto". "¿Cuándo algo se vuelve demasiado?", "uno está todo el tiempo peleandose contra esas distancias. En el posmodernismo ya no hay más distancia, todo vale, y esto en algún punto se vuelve insoportable"
El filósofo dice "hiper realista, pero al extremo, crudo". "La falta de frontera, hay una zona de la que ya no nos cuidamos por sacralizar". También ejemplifica con Bukowsky en la literatura, un "poeta de la basura". "¿Qué hace Bukowsky, cuando escribe?", dice el divulgador argentino, "No se coloca en el lugar que uno le exige al "arte", que tiene que colocarse para mostrar la idealización frente a este mundo de mierda". La operación es romper la última frontera y esto hace de este arte algo insoportable.
Si volvemos a las experiencias de Fluxus y a la idea de pensar el concierto para piano de Steen Andersen en relación a este movimiento, podemos ver una relación. La destrucción de un objeto sacro del arte musical es un hecho de violencia explícita, crudo, y la exposición parece resonar con estos ejemplos que Stajnszrajber utiliza para hablar de una de las maneras de asunción de la filosofía posmoderna. El espacio sagrado del concierto se ve trascendido allí, y sus limites conocidos sobre el que se debe y el que no se debe hacer en un escenario con un piano se extralimita, se lleva a un extremo.
Ahora bien, ¿qué nos dice este extremo?, es un atentado personal el que acomete el artista contra el público? o ¿podemos pensar esto dentro de la dinámica de un espectáculo donde se postula una barbaridad social, en este juego escénico artista - público?. Porque claramente, esto no cruza la barrera social de la convivencia, ya que los sujetos en discusión rompen un piano gestionado por si mismos para la acción artística o escénica, la que acaba ni bien nosotros decidamos salir de la experiencia estética que se nos propone.
Un hecho cercano en la historia podría ser la postulación del asesino, en la literatura o en el cine. Hitcotch puede meterse en la psicología de un asesino. Eso no lo convierte en un asesino. El cineasta, como artista, se sumerge en un mundo y realiza un ejercicio de postulación. Este destilado estético usado como sustancia poética no sólo no hace un daño a la sociedad, sino que le permite pensar y hasta usar la información, para ciertas áreas de la construcción de cultura, en sentido amplio.
El problema con lo posmoderno resulta tal que, en esta disrupción donde el artista desacraliza el piano, está ocurriendo una provocación, donde todos los valores de lo moderno (que como analiza Feinmann se basan en la construcción de los grandes relatos teleológicos como forma de entender el mundo) son tirados por la borda, para discutir en otros términos. Esto genera un impacto indiscutible, en términos de cosmovisión. La posibilidad de pensar allí se vuelve una oportunidad, pero también un esfuerzo y una incomodidad.
Allí estamos parados, desde textos fundantes que declaran el estado de época, desde la década del ´80. Lo curioso es que el arte y la filosofía, como podemos ver a través de los autores que trabajamos, sólo nos explicitan un choque cultural que experimentamos desde lo diario, con nuestros conciudadanos. Generaciones de humanos cohabitando un cambio de paradigma. Lo que es terrible para unos, no lo es para otros. La operación puede verse aún dentro de una propia escisión psíquica, dentro de una misma persona, entre su matriz de crianza y su experiencia social de vida. Quizás este es el choque que nos explota muy de cerca cuando vemos una escena cargada de esta crudeza, de estos símbolos posmodernos. Quizás allí hay un catalizador de la crisis que esto produce. Quizás mirar el problema desde lo inmediato nos permita una posición más lograda y menos inocente respecto de esta escisión, que puede verse y respirarse todos los días, aún hoy, hacia el año 2020.
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