El trabajo colectivo es una de las grandes carpetas del arte contemporáneo de las últimas décadas (Groys, 2014). Ahora bien, pareciera que según el contexto donde se analiza, lo colectivo puede perfilarse hacia la idea de la explotación de conceptos, cómo propone Kreidler en Fremdarbeit, con un autor que firma a la cabeza, o bien entrar en la esfera de diversos modelos asociativos donde los acuerdos establecen relaciones de poder y cooperación de una lógica diferente a la de la idea de capital. Empezamos con Kreiler, para luego explorar una vez más el universo Groys.
Esa manera de entender el trabajo con otros, que propone Kreiler, tiene que ver con una estructura propia de la manera del capital. El compositor se para allí y enuncia un concepto. La música existe, queda compuesta, pero el foco más llamativo del proyecto es ese contenido inmaterial que desde allí se sublima. Cómo decíamos, Groys nos habla de otra manera de lo colectivo, que tiene que ver con otros motores.
Luego desenmascara un rumbo posible de la escritura colectiva, que se vincula al planteo de Kreidler. Esto es una especie de lugar, que termina siendo el objetivo de formas económicas para postular a las personas como fuerzas de capital controlado, en las sociedades modernas.